El orden de las palabras en la redacción

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Por Marcial Torres Soto, MA

El orden de las palabras en una oración altera su significado. Cuando escribimos, ¿estamos atentos a cómo ordenamos las palabras en nuestro documento, o dicho de otra manera, a la sintaxis? Según el Diccionario de la Lengua Española, “sintaxis” es la parte de la gramática que estudia el modo en que se combinan las palabras. Escribir lo primero que se nos ocurra puede llevarnos a cometer errores y por ende, a malas interpretaciones y hasta grandes enojos con la gente. Veamos el ejemplo siguiente que leí en un cruza calles hace algún tiempo:

Se venden medias para mujeres baratas.

Como podrán notar la posición del modificador calificativo (lo que muchos quizá aprendimos como adjetivo) establece que las mujeres son baratas. Estoy seguro de que a algunos les parecerá cómica la oración, pero habrá muchas mujeres a las que no les será simpática tal aseveración. ¿Acaso fue esa la intención de quien mandó a hacer el cruza calles? Me parece que no; aunque hay ocasiones en que las agencias publicitarias alteran el orden en función de crear un impacto en quien lee los anuncios; pero eso no nos atañe en este momento. Sigamos.

La norma establece que el orden oracional es: sujeto – verbo – complemento directo – complemento indirecto y circunstancial. Que los modificadores calificativos (cualidades: bonito, feo, caro barato) y cuantificativos (muchos, varios, pocos), por lo general, van después de la cosa que modifican. En el ejemplo que nos ocupa, el problema es la posición del modificador “baratas”. Como medias y mujeres son sustantivos femeninos, dicho elemento puede referirse a cualquiera de los dos porque concuerda con el género,

Veamos estas combinaciones:

Se venden mujeres para baratas medias.

Para mujeres se venden baratas medias.

Mujeres venden medias baratas para se.

Nótese que, en todos los ejemplos, he utilizado los mismos elementos, es decir, las mismas palabras, pero los significados son algo extraño como consecuencia del orden de las palabras. El menos es el segundo ejemplo. Aquí lo que hace extraña la oración es que se antepuesto el calificador al sustantivo. Pero si colocásemos baratas después de medias, la oración funciona porque destacaría que es para mujeres lo que se vende. En ese caso hemos alterado la sintaxis en beneficio de que el lector se fije primero en mujeres, entendiendo así que las medias no son ni para niños ni para hombres. Veamos este otro ejemplo:

Medias baratas para mujeres se venden.

En lo anterior, el problema es que el verbo aparece al final de la oración, lo que hace que suene extraño y hasta un calco del inglés. Se recomienda que el verbo esté lo más cerca de su sujeto.

Así debió leer el cruza calles:

Se venden medias baratas para mujeres.

El sujeto (se) antecede al verbo (venden) , el calificador (baratas) está después del complemento directo (las medias) —¿qué es lo que “se” vende?, medias baratas—, y finalmente el complemento indirecto dativo —¿para quiénes?— para mujeres.

Así que a la hora de escribir, estemos atentos a cómo ordenamos las palabras y nos evitaremos problemas con quienes nos leen, aunque hay ocasiones en que el lector interpreta lo que quiere. Buenas letras.

*El autor es traductor certificado por la American Translators Association. Es egresado de la maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón.

Entrevista a Yolanda Arroyo

por María Bird Picó

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¿Cuándo y cómo descubriste que eres escritora?

Me parece que siempre lo supe. Creo que la vocación me eligió a mí y no al revés.

Eres quizás una excepción en la maestría en Creación literaria por haber publicado con éxito varios libros antes de comenzarla. ¿Qué te motivó a cursar la maestría?

El escritor José Saramago, a quien leo hasta la saciedad, en una ocasión dijo: “Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos”. Entré a la maestría buscando eso sin nombre, que está dentro de mí. Ya lo había intentado alcanzar desde un bachillerato en Administración de Empresas, desde ejercer la profesión en tecnología educativa, desde el trabajo comunitario, el activismo, mis matrimonios, parir un ser humano… La maestría fue otro universo en desde el cual me volví cazadora y salí a encontrar a mi presa. Tenía que sucederme.

¿Qué ha contribuido la maestría a tu proceso creativo y a tus destrezas al escribir?

Siento que ha perfeccionado una destreza que nació conmigo, siento que me ha rodeado de mentores, de colegas solidarios que entienden esta locura de escribir. Para escribir hay que estar loco. Saramago también decía: “Hay una cosa que sí me hace feliz, y es decir lo que pienso”. La maestría me ha otorgado las herramientas necesarias para intentar lograr una corrección escritural sobre lo que pienso.

¿Qué piensas sobre la teoría de algunas personas de que no se puede enseñar a escribir buena literatura?

Estoy de acuerdo. Entiendo que lo que sí se puede enseñar es la forma, pero el fondo, el contenido que convierte una obra en buena literatura depende de otros factores a veces totalmente misteriosos.

En tu excelente defensa de tesis dijiste que tu tesis, una colección de cuentos inspirada en el libro de uno de nuestros famosos escritores, va a ser tu mejor libro. ¿De dónde surge esta aseveración?

Mi tesis ha sido el libro que más me ha hecho reír y que más me ha hecho llorar. Me hizo sentir totalmente incomprendida y totalmente aceptada. Es el libro que me ha hecho entender la verdadera naturaleza del ser humano. Es el libro que refuerza mi ateísmo, mi lesbianismo, mi poliamorismo. Es ese libro que los grandes escritores llaman “el libro que siempre quisiste leer y que tuviste que escribir para que existiera”.

Como escritora publicada, ¿qué fue lo más difícil de escribir un libro con la supervisión de un director de tesis?

La ansiedad de la espera y resistir a mi sexy director de tesis (risas). Mi director de tesis (Luis López Nieves) es un hombre brillante, admirable y muy guapo. Y yo tengo esta incontrolable tendencia a sexualizar casi todo.

¿Qué fue lo más que disfrutaste de la experiencia?

La atención que un escritor de su calibre brinda a un pupilo, y la disciplina de separar tiempo de mi agenda para realizar el proyecto.

Tengo que confesar que no te había leído hasta conocerte en la maestría. Al leer Las negras y Violeta lo lamenté pues me impactó tu escritura de manera positiva aunque son temas fuertes. Lo cierto es que se te encajona con temas lésbicos y de afroidentidad.¿Era ese tu propósito como escritora? ¿Te molesta el que se te haya etiquetado en cierto tipo de literatura?

Ese no era mi propósito como escritora, pero no me molestan para nada las etiquetas. Creo que la etiqueta es en el fondo un genuino acto del lector y la crítica para tratar de entender mejor tu literatura. Los seres humanos estamos etiquetando en todo momento de nuestras vidas: linda, fea, alta, baja, negra, blanca, mala, buena…

Libros más recientes tuyos, como uno de los cuentos infantiles publicados por EDP University y algunos cuentos en tu colección Menorragia: Histerias de octubre, demuestran que tu escritura abarca otros temas. ¿Es esto una nueva etapa en tu carrera como escritora?

No es una nueva etapa. Quien lea mis primeros libros, sobre todo Ojos de luna, se dará cuenta de todos los temas que abarco.

¿Cuál fue la experiencia de escribir literatura infantil?

La experiencia de escribir literatura infantil siempre es agradable. Escribo desde la escuela elemental, publico desde la escuela elemental.

Cultivas muchos géneros literarios como la poesía, el ensayo, la novela y los cuentos. ¿Con cuál te identificas más?

La narrativa es mi océano favorito, preferiblemente el cuento corto.

¿Cuál ha sido el más retador?

La poesía, pues es un desnudo descarnado y muy visible.

¿Cuál fue el libro que marcó tu lanzamiento como escritora fuera de Puerto Rico? Ojos de luna, me llevó al Bogotá 39 en Colombia.

Eres una de nuestras escritoras más exitosas con más de una docena de libros publicados. ¿Podrías vivir de la literatura?

En teoría no. Y en teoría sí.

Háblame de algunos de tus rituales a la hora de escribir.

Debe haber silencio, calma, nada de sonidos ni siquiera música. Antes de sentarme a escribir en papel o en computadora, paso entre 3 a 4 horas escribiendo mentalmente. En ocasiones alguien me ha preguntado qué hago tan silenciosa en un rincón por tanto tiempo y mi respuesta siempre es la misma: estoy escribiendo. Acostumbro además a hacerme dictados de ideas o escenas completas que grabo en el teléfono celular y luego transcribo. Si estoy sola en la casa, dramatizo escenas antes de llevarlas a la historia que estoy redactando.

¿Qué consejo le darías a los escritores que comienzan su carrera que hubieses deseado haber escuchado al inicio de la tuya?

Ningún consejo. Que hagan lo que se les venga en gana. Lo que funciona para unos, no funciona para otros. La vida está llena de inconsistencias y hermosas sorpresas que te llevan por el camino de la escritura. Hay que disfrutarse el camino. De nuevo, citando a Saramago: “El viaje no termina jamás. Sólo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración… El objetivo de un viaje es sólo el inicio de otro viaje”.

Por último, ¿cuál quieres que sea tu legado como escritora?

El inicio de otro viaje.

La escritora puertorriqueña Yolanda Arroyo Pizarro ha sido publicada en España, Ecuador, Ghana, Reino Unido, México, Argentina, Panamá, Guatemala, Chile, Bolivia, Colombia, Venezuela, Dinamarca, Hungría y Francia. Sus textos han sido asignados y estudiados en instituciones de renombre como el Instituto Cervantes de Estocolmo, el Black Cultural Center at Purdue University en Indiana, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe. Ha sido merecedora de varias premiaciones literarias a nivel nacional e internacional, entre ellas: el Premio Nacional del Instituto de Literatura 2008, Libro del Año 2007, el Premio PEN Club 2006, y primer lugar en la categoría de cuentos, con su manuscrito Menorragia, en los Premios Nacionales de Literatura 2015 del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

 

Buenos consejos para todo autor

Por Betty Díaz

Ray-Bradbury

Ray Bradbury es mundialmente conocido por obras como Farenheit 451 Crónicas marcianas. Pero en 2002 publicó su libro Zen en el arte de escribir en el que deja algunos consejos que sirven no sólo para un desarrollo literario, sino para un desarrollo personal. Algunos de sus consejos:

  1. No empieces con novelas

Escribir novelas es muy complicado y siempre suelen ser muy malas cuando uno es principiante. Escribe un cuento a la semana y después de un año encontraras que entre 52 cuentos alguno debe valer la pena.

  1. Puedes amarlos pero no ser ellos

Copiar el estilo de tus autores favoritos es una de las peores cosas que puedes hacer, no te enclaustres intentando perfeccionar el estilo de tus ídolos, crea el tuyo.

  1. Llena tu cabeza

Intenta leer un ensayo, un cuento y un poema (clásico) antes de dormir, no sólo debe ser literatura, incluye filosofía, biología, ciencia; en fin, de todo un poco, en unos años estarás lleno de toda clase de información.

  1. Deja a quienes no creen en ti

Las malas  compañías no te llevan a nada bueno, quien no cree en ti no te servirá de mucho, y a pesar de que la crítica siempre es buena, no es lo mismo alguien que te quiere ayudar a alguien que quiere que abandones lo que amas.

  1. Escribe por gusto

Que la gente sepa que tu “trabajo” lo haces por gusto y es reconfortante, pero lo verdaderamente importante es que  escribas sobre lo que amas, que sepas que lo que estás haciendo es lo que te hace feliz, que cuando dejas el teclado estas contando los minutos en los que regresaras a terminar una historia.

Le pedimos al escritor José Rabelo a que reaccione a estos consejos con sus propias recomendaciones. A continuación su lista:

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  1. Nútrete de todo arte: Además de la literatura las otras seis artes pueden servir  de inspiración para alguno de tus escritos. En mi caso comencé la escritura con el drama, más tarde como guionista. Algunos de esos intentos terminaron como obras teatrales en la iglesia y como algunos cortometrajes. Esto me ayudó a crear imágenes con la palabra, lo cual aún practico con mis textos. Creo que un cuento o una novela debe dejar impresas nuestras visiones en las mentes de los lectores y el cine me ayudó a desarrollar algún tipo de impresor óptico muy útil para mi labor como escritor.
  1. No le temas a la página en blanco o a la pantalla blanca: Nos toca a nosotros disminuir esa claridad excesiva con trazos, letras, palabras, párrafos. Javier Marías habla del concepto «pensamiento literario» el cual se activa al enfrentarnos con ese espacio vacío, nuestro retador, el cual debemos llenar con esas primeras palabras. Si no nos sentamos frente a ese hueco de luz, las palabras no se escribirán por sí solas.
  1. Lee mucho: No solo leas literatura sino acerca de toda disciplina que capte tu atención. Todas esas ideas esperan por alguien para que las transformen en cuentos o novelas. Busca noticias, artículos científicos, libros de historia, porque entre sus líneas pudieras encontrar  una trama escondida. La sensibilidad es un radar para detectar relatos en lugares insospechados.
  1. Viaja mucho: Ya sea con turismo interno, externo o interdimensional, es posible escuchar a un guía, un compañero de viaje o un habitante del lugar revelar la epifanía para ayudarte a desarrollar tu nuevo proyecto. Debes estar alerta a los estímulos del ambiente para ser atrapado por una idea reservada para ti.
  1. Escucha a los niños y jóvenes: Si te interesa la literatura infantil o juvenil presta atención a las conversaciones de tus menores. Su manera de ver el mundo es, a veces, como si vieran otro universo. Su vocabulario, su ideología y sus prioridades son materia de estudio, pero lo que captes de tus niños y jóvenes conocidos te puede ayudar a desarrollar una buena historia.
  1. El bloqueo llegará: Si sientes que se agotan tus ideas en medio de un trabajo de escritura, suelta lo que haces y relájate. Aléjate algunos días, visita lugares distintos, aventúrate a buscar nuevas experiencias y en algún lugar impredecible encontrarás lo que necesita tu texto. El tiempo puede ser variable, días, semanas, meses, años, pero si te atrapa ese escrito encontrarás lo que le hace falta.
  1. El escritor como todo ser humano necesita vacaciones: Lo has escuchado muchas veces,  «deja descansar el texto». En mi caso lo guardo varios meses para tratar de olvidarme de cómo lo escribí, luego lo puedo mirar con ojos nuevos como si fuera su primer lector. En esta lectura le descubro errores gramaticales y de concepto. A veces he tenido que cambiar la voz narrativa, alterar el orden de los sucesos y hasta quitarle o añadirle capítulos.
  1. Busca lectores: Para depurar tu trabajo, busca personas de confianza para que lo lean. Puedes conseguir correctores o personas con conocimientos en el campo que explora tu libro. Por ejemplo, si es una novela judicial, busca personas expertas en el campo del derecho. Si eres hombre y el personaje principal de tu novela es una chica, explora la posibilidad de lectoras para escuchar sus recomendaciones.
  1. No hay prisa: Tras los ocho consejos anteriores se percibe mucho trabajo y es cierto, escribir es una labor ardua, solitaria, pero que brinda muchas satisfacciones al ver el producto publicado. Toma tu tiempo para la investigación, escritura y revisión del libro.
  1. No le tengas miedo a las opiniones: Publica sin temor al qué dirán. Hay lectores que no les agradan algunos escritores clásicos, también hay rivalidades entre artistas y creadores frustrados por sus encuentros con la crítica literaria, pero si crees en lo que haces de seguro continuarás creando.

 

 

Luego de una reunión

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¡Que viva la inventiva!

Hace mucho tiempo el clarinetista de jazz, Artie Shaw, opinó en público que la banda de su colega Glenn Miller no era muy buena porque nunca cometía errores. ‘Y si no cometes errores no estás explorando’, dijo.

Ese comentario será de mala fe, un poco, pero contiene un consejo instrumental para cualquier artista (o agrupación de…) que pretenda marcar una huella distintiva y mantener el interés del público. Desde Cortázar hasta Cortijo, todos han entendido que el verdadero camino consagrado es el de la innovación.

Con eso en mente, la nueva junta de la Cofradía de Escritores de Puerto Rico se compromete a seguir los consejos de la anterior, y explorará caminos novedosos a fin de alcanzar los fundamentos de siempre.

Les aseguramos que cometeremos errores.

Entusiasmadamente,

Ricardo Martí.

Una oportunidad para todos

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Atención, cofrades:

Como saben, el viernes 10 de junio se celebrará el undécimo Campeonato Mundial del Cuento Corto Oral de la Universidad del Sagrado Corazón. Otorgará un premio de $1,500 para el autor del cuento ganador y varios certificados de $100 de la librería La Tertulia en Río Piedras para las menciones honoríficas.

La actividad se llevará a cabo este año en el teatro Emilio S. Belaval, un espacio mayor a la Sala de Facultad en el edificio Barat donde se hacía en el pasado. Esto significa una mayor cabida para la concurrencia y, por ende, esperamos una cantidad mayor de gente.

Al igual que en el pasado, la Cofradía de Escritores de Puerto Rico tendrá una mesa disponible para que nuestros miembros vendan sus publicaciones. Nada se requerirá de los autores para poner sus libros en la mesa, pero un donativo de 10% de las ventas acumuladas será muy bien recibido.

Entendemos que es una oportunidad excelente que todos debemos aprovechar.

¡Los esperamos!

Ricardo Martí Ruiz

 

Carta del presidente

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El jardín de los senderos que se unen.

Se me ocurre que será oportuno comenzar el mensaje de la nueva junta con las mismas palabras titulares de la carta de despedida de la junta anterior, ‘El jardín de los senderos que se unen’, especialmente siendo estas tan sabias y necesarias.

Me agrada porque nos permite ilustrar de manera clara y concisa una actitud de continuidad que es compartida, a mi entender, por ambas partes. Y no es que imitaremos el estilo de ellos ni actuaremos de forma igual -la situación actual del país no nos lo permite-, pero sí aprovecharemos la sabiduría que adquirieron y compartieron con nosotros, y aplicaremos muchas de sus recomendaciones.

También me agrada, y mucho, la actitud de unidad que transmite el mensaje.  Como bien sabemos, la bifurcación está muy de moda en nuestro pequeño jardín puertorriqueño, y eso es así en todos los ámbitos. En muchos casos esto podría ser una bendición, lo sé, pero no en cada uno. Las bifurcaciones son necesarias solo cuando los senderos carecen destino común, y conozco a suficientes bibliófilos para saber que a pesar de nuestras diferencias, que son muchas y substanciales, compartimos una extraña pasión que es inmensamente mayor.

Sin duda alguna, el 2016 será un año muy difícil para todos; pero nos proveerá oportunidad para experimentar, aprender y descubrir nuevos senderos. Con eso en mente, buscaremos formas distintivas de amplificar nuestra voz, estar más accesible, forjar alianzas, enaltecer nuestros esfuerzos y hacer lo que haga falta para fortalecernos aún más.

Optimistamente,

Ricardo Martí Ruiz

Mensaje de la presidenta saliente

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El jardín de los senderos que se unen

De todas las experiencias humanas, las despedidas son quizás el trance más cargado de emociones contradictorias: por un lado nos entristecen y por otro nos llenan de júbilo porque siempre marcan el comienzo de algo nuevo.

Con ese cúmulo de sentimientos, hoy nos despedimos de la junta de directores de la Cofradía de Escritores de Puerto Rico, este jardín donde se unen los senderos de los estudiantes y egresados de la maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón. Comenzamos nuestras funciones el 25 de abril de 2015. El reto que nos impusimos fue el de involucrarnos en actividades en las que cada miembro de la organización pudiera sentirse apoyado. Para esto, participamos en ferias de libros, en el Festival de la Palabra, en actividades y conversatorios a los que fuimos invitados y otros que produjimos. Tuvimos la oportunidad de estar presentes y dejar huellas en San Juan, Santurce, Hato Rey, Cupey, Carolina, San Germán y Mayagüez. El contacto con el público lector y las conexiones para posibles intercambios en lo académico y en lo comercial son intangibles de gran valor para la organización como colectivo y para cada autor individualmente.

Ya los frutos del trabajo de esta junta y las anteriores se pueden notar. La Cofradía de Escritores de Puerto Rico se ha convertido en una organización de escritores reconocida en el ámbito literario y así lo demuestran las invitaciones a conversatorios y eventos importantes como la Feria Internacional del Libro en Mayagüez, la Feria del Libro con motivo de la apertura de la Biblioteca en la Universidad del Este en Carolina y el Conversatorio de la Feria Internacional del Libro en San Juan, entre otros. Nuestra matrícula es de cerca de 200 personas, así que la meta que tuvimos presente en nuestra gestión administrativa fue lograr que más cofrades se motivaran y participaran de las actividades. A esos efectos, mantuvimos la comunicación abierta con la matrícula en todo momento a través de todos los medios disponibles en internet, en las redes sociales y por correo electrónico.

Como proyecto emblemático decidimos, con mucho entusiasmo, convocar al Certamen de CuentoEntre Libros, con el propósito de motivar a estudiantes y egresados a participar con un cuento que tuviera como tema central la biblioteca. Hablarle de la biblioteca a un escritor o a un lector es como mencionarle el paraíso; así que nos embarcamos en esa aventura. Como miembros del jurado tuvimos un panel de lujo: la profesora y escritora Dra. Janette Becerra, una de nuestras más celebradas escritoras, premio Barco de Vapor, entre otros; los profesores y ensayistas Dra. Maite Ramos, y Dr. Roberto Echevarría. Se escogió un primer lugar y cinco menciones de honor en la categoría de estudiantes y un primer lugar y seis menciones de honor en la de egresados. Reconocemos el apoyo invaluable de tres colegas escritores en este proyecto: Dr. Emilio del Carril, colaborador entusiasta y extraordinario editor, quien respaldó la publicación de la antología con su sello editorial País Invisible; a Milagros González por el ensayo magnífico sobre la biblioteca, que complementa la antología;  y a Zayra Taranto por el excelente trabajo de fotografía de los ganadores del certamen. Destacamos que estos tres compañeros cofrades ofrecieron sus servicios como una colaboración libre de costo para la Cofradía.

Para todas las organizaciones, el Reglamento es una pieza de gran importancia porque es el documento mediante el cual se regulan las operaciones fundamentales para la entidad. Entendimos que necesitaba ampliarse, de manera que se presentó a la matrícula una propuesta de enmiendas. La misma fue aprobada en la Asamblea Ordinaria del 14 de mayo de 2016.

Una de las sugerencias de la matrícula en la asamblea de abril de 2015 fue que se continuara con la publicación de la Revista Rostro de Tinta. A esos efectos, se le encomendó la continuación del proyecto a la oficial de la junta María Bird Picó, a quien se le unió Richard Rivera Cardona. Tengo que señalar que la aportación de estos compañeros ha sido invaluable. Mantuvieron la publicación de una sección nueva cada dos semanas, lo que tuvo muy buena acogida y el impacto se ha dejado sentir.

Finalizo con el agradecimiento a mis compañeros de la junta de directores, cuyo compromiso hizo posible que los trabajos fluyeran sin obstáculos a lo largo de este año. Betty Díaz Cruz, vicepresidenta; Héctor Vélez Pabón, secretario; Isabel Rodríguez Casellas, tesorera; María Bird Picó y Richard Rivera Cardona, vocales. Para mí ha sido motivo de orgullo y gran satisfacción servirle a la Cofradía desde la presidencia.

A ustedes, compañeras y compañeros cofrades, gracias por la confianza que depositaron en nosotros para dirigir la Cofradía durante este año, por apoyar las actividades y ser parte integral del desarrollo de nuestra organización. Los felicitamos por todo lo que hacen día a día en el empeño sublime de fomentar la literatura y el quehacer cultural para que nuestra isla siga siendo un punto de unión de senderos y de solidaridad, hoy más que nunca. Gracias por ser proactivos en la construcción del Puerto Rico que todos queremos y merecemos.

Le deseamos mucho éxito a la nueva junta de directores en la consecución de proyectos que propendan al crecimiento de este jardín donde los senderos de los escritores puedan seguirse uniendo.

 

Sandra Santana
Presidenta saliente

Imperios de hierba

JC_SantosPor Jean Santos Rivera

 

I wear this crown of shit
Upon my liar’s chair
Full of broken thoughts
I cannot repair

“Hurt”, Nine Inch Nails

 

Anselmo fue el que comenzó a dividir la tierra, ¿o fue Baltasar? Alguno de ellos se despertó un día, tomó unas estacas gruesas, una soga y un marrón; caminó por la llanura, saludando a su parentela y cuando le pareció que estaba justificadamente lejos de su propiedad plantó con sus brazos el poste que fijaba la colindancia con la finca vecina.

Décadas o tal vez un siglo habían convivido las familias sin tener que determinar hasta dónde era el territorio de cada quien. Los patriarcas de las respectivas familias, ya ciegos y seniles, no recordaban cual era la división. Si se les preguntaba solo señalaban hacia cualquier lado y pronunciaban: «Hasta allá, adonde está el olmo». Parecían no recordar que ese árbol pasó a ser una de las sillas en la que entonces se mecían.

¿Por qué les dio por definir las fronteras? Unos dicen que fue por temor a morir y que sus hijos se quedaran con menos de lo que en realidad poseían. Otros afirman que aquella mañana escucharon a Baltasar, ¿o a Anselmo?, decir que no tenía nada más que hacer. Sus esposas no confirmaron ni negaron esto. Les sirvieron sendos desayunos y como no era raro verles con herramientas en la mesa del comedor no preguntaron los planes del día.

Lo cierto es que no importa quien comenzó, el otro se le unió a mediados de esa mañana y reiteró los límites. De vez en cuando argüían y uno retiraba el poste del otro y lo enterraba donde entendía que sí iba. Lo hicieron solos. Sus hijos e hijas paseaban juntos, conversaban y jugaban entre ellos sin importarles a que casa habían nacido.

Uno le dijo a su prole con mucho orgullo: «Verán todo lo que la familia posee». El otro nunca se mostró cansado; aguantaba y evitaba jadear para mostrarse más fuerte. La larga valla recorrería desde donde terminaba el bosque del norte hasta donde comenzaban las montañas del sur.

Los patriarcas, a quienes los sentaban juntos en el balcón de una de las casas para que conversasen, no hablaron durante ese día. Los martilleos y las discusiones de sus hijos, ¿o eran nietos?, no los dejaban plantear un tema. Sí se disculpaban si alguno de los insolentes carpinteros decía algo que podría entenderse como ofensa hacia la otra familia.

Anselmo descansó al mediodía, al igual que Baltasar. Al volver, trajeron sus mapas de la finca que estaban rasgados en partes, vetustos y amarillentos. Concordaron que los documentos que delimitaban las propiedades con líneas imaginarias eran oficiales tras corroborar el sello del gobierno. Baltasar entonces se dedicó a construir la valla de norte a sur, mientras el otro martillaba de sur a norte. No tomaron materiales prestados; los postes, la madera, los clavos y martillos tenían las iniciales de la familia talladas en algún rincón.

Desconfiaron y prefirieron hacer sus respectivas verjas, no fuese que al construir una comunal el otro se aprovechara y adquiriera centímetros que no le correspondían. Dos cercas se formaron, una pegada a la otra, si acaso con unos milímetros de separación.

Los hombres siguieron entregados a la labor por días. Al término de ésta Anselmo se trepó a la copa de un árbol y Baltasar escaló parte de una montaña para corroborar la rectitud de la verja contigua.

Justo al medio del trayecto las cercas de ambos se despegaban y volvían a encontrarse y juntarse más adelante. Habían seguido los mapas correctamente. Ninguno había tomado tierra de más. Dicen que Baltasar se rió y Anselmo se enfadó, aunque otros aseguran que fue al contrario. Se reunieron y estudiaron los documentos del otro. No había fallo en ninguno. Se suponía que esa tierra no estuviese allí. No estaba evidenciada su existencia. ¿Sus padres cometieron un error? Al cuestionarles, los ancianos rascaban sus frentes sin saber qué contestar. Midieron las fincas desde extremos opuestos hasta encontrarse en ese punto colindante y la medida era correcta. Nadie tenía terreno de menos.

Por un tiempo, nadie se preocupó por la naturaleza que quedaba sin dueño. El pedazo sin conquistar no era tan grande. Apenas cabría un becerro o una oveja. Aun así no se la cedieron el uno al otro, sino que quedó allí esperando quien la reclamara. Por las tardes era común ver a los hombres disfrutar de un café en sus respectivos balcones fijando las miradas en esa porción de grama.

En una ocasión se vio a Baltasar subir a la montaña y a Anselmo trepar hasta la copa del árbol nuevamente. Estudiaron la valla e hicieron dibujos de ella. Luego, Baltasar (o Anselmo) le comentó a sus allegados que tuvo que reírse ya que parecía… no recordamos que dijo o quizás el que nos lo contó no se atrevió a decir a qué.

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Desconocemos a qué se asemejaba, lo que sí podemos precisar es que de esa vez en adelante se miraban con desagrado y procuraban hacer tareas cerca de ese minúsculo terruño. Plantaron huertos y flores a lo largo del cercado, pero era con el propósito de pasar los días trabajando cerca del otro para velar que no intentara usurpar ese terreno que lucía tan bueno y fértil, según comentaron, para sembrar un arbolito de guayaba.

Llevaron el caso a las cortes. Uno argumentó que su familia llevaba más tiempo viviendo por esas tierras, por lo que sin duda ese pedazo era de ellos. El otro le refutó diciendo que la familia de él compró aquella finca y que en el acuerdo de compra y venta quedaba esa porción.

El litigio duró meses, ciertas personas afirman que seguía después de un año. La municipalidad no sabía por quién fallar, pues en realidad no se encontraba evidencia de que el terreno en pleito existía. Los abogados de Baltasar mencionaban que sí había evidencia, pero que se perdió en el fuego que consumió la oficina de permisos hacía tres años. El caso quedó en el limbo de los tribunales. Ya los jueces le huían y lo dejaban descansar en sus escritorios por largo tiempo, esperando que alguno cediera. Pero no se cumplió ese deseo.

Ya los hombres no sólo bebían café, sino que desayunaban, almorzaban y cenaban en sus balcones velando la hierba que comentaban que cada vez lucía más verde. Por las noches encendían fogatas a pasos de la cerca y mandaban a sus hijos a que hicieran guardia.

La noche en que por última vez se vio a los hombres, Anselmo le pidió a su esposa que le cosiera y preparara una bandera de franjas horizontales con los colores del escudo de la familia. Dicen que fue él, pero creemos que fue Baltasar ya que la mujer del otro no sabía coser. Permanecieron desvelados; pasaron la noche uno con bandera en brazos, el otro en una mecedora.

Cuando venía algún hijo o hija a pedirle que se acostara a dormir él decía que no podía porque «estoy defendiendo lo tuyo».

Al amanecer se levantaron de sus asientos y caminaron hacia el terreno deseado. Baltasar llevaba la bandera en mano (los colores en los escudos de las familias eran prácticamente los mismos), por más  que digan que era Anselmo, juramos que era el otro. El que llevaba la bandera se trepó en la cerca. «Ni te atrevas a pisar el suelo», dijo el otro levantando una escopeta. Varios dicen que fue por rencor, otros que el que tenía el arma era nervioso y sobreactuó. Una de las niñas dice que lo vio todo, pero no quiere hablar o cada vez que se dispone a contarlo llora. Lo cierto es que antes de que el hombre pusiese el talón en tierra el escopetazo le desfiguró la cara, según dicen. El cuerpo cayó perfectamente acostado bocabajo sobre el terreno y arropado por la bandera; ninguna extremidad se salió del espacio cercado.

El perpetrador huyó. Nadie sabe si hacia las montañas o al bosque, eso daría una pista de quién es el que yace muerto, ya que nadie se ha atrevido a recobrar o a tocar el cuerpo ni siquiera las autoridades que comenzaron un pleito para decidir a qué jurisdicción corresponde esa tierra.

* Mientras estudiaba su bachillerato en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Cayey,  el autor participó en el Círculo Literario de la Dra. Janette Becerra. En el Programa de Estudios de Honor de dicha universidad realizó y presentó como tesina creativa un compendio de cuentos detectivescos. Defendió su tesis de la Maestría en Creación Literaria, una novela de ciencia ficción, en octubre de 2012. Ha dado talleres de cuentos a jóvenes y niños. Actualmente es maestro de Inglés en el Departamento de Educación.

 

«Gerundiar» o no «gerundiar»

Por Marcial Torres Soto

¿Por qué el gerundio es el cuco de muchos escritores, traductores y redactores? ¿Cuántos no hemos escuchado que debemos evitarlo? ¿A cuántos estudiantes de Creación Literaria nos ha pasado que, durante la escritura de la tesis, el director nos resaltó una palabra en uno de los cuentos o novela y nos señaló algo similar a gerundio mal usado en llamativas letras rojas? ¿Verdad que sí? La respuesta es una: no sabemos utilizarlo porque los calcos del inglés hacen que muchas veces lo usemos incorrectamente.

El gerundio, según la definición de la Real Academia Española (RAE), es la «forma invariable no personal del verbo, cuya terminación regular, en español, es -ando en los verbos de la primera conjugación, -iendo o -yendo en los de la segunda y tercera […] suele denotar acción o efectos durativos».

En el Diccionario panhispánico de dudas se define como que «expresa la acción verbal en su desarrollo, sin indicación de tiempo, número ni persona, y se asimila generalmente al adverbio en su funcionamiento gramatical».

Me parece escuchar al lector: «Sí, sí, ¿y eso qué? Vamos al grano». Pues bien, uno de los errores más comunes es utilizar el gerundio en función adjetival. Yo le llamo gerundio adjetivado. Se ve con frecuencia en escritos legales: Moción solicitando se deje sin efecto… Por tanto, el título correcto de la moción debió ser: Moción para solicitar dejar sin efecto… o Moción que solicita se deje sin efecto… Y más concisa: Moción para dejar sin efecto… El gerundio jamás debe usarse como adjetivo. Nótese que he resaltado el adverbio negativo “jamás”.

Ahora bien, ¿cuándo el gerundio está bien utilizado y por qué? La norma de la RAE establece que el gerundio indica una acción durativa o un matiz de continuidad. Escribí es una acción acabada. Si escribí, se sobreentiende que ya no escribo. Lo mismo ocurre con escribía; fue algo que no se sabe cuánto duró, pero que ya no hago. Ahora bien, estoy escribiendo es una acción que todavía ocurre y no sabemos desde cuándo ni hasta cuándo durará (acción durativa). Podemos notar que escribiendo no nos dice quién ejecuta la acción (si soy yo, eres tú o es ella o él), por ello le llaman forma invariable no personal del verbo.

El gerundio debe indicar una acción inmediatamente anterior o posterior al verbo principal. Uso correcto: Viendo cómo la lluvia le mojaba el escritorio, cerró la ventana. En este caso, el ver y el cerrar son acciones casi simultáneas; vio y enseguida cerró. Aquí la acción del gerundio es inmediatamente antes. Un uso incorrecto del gerundio —y lo vemos continuamente en los noticiarios­— es: Para conocer más del operativo, sintonice nuestro noticiario mañana, en el que estaremos presentando la noticia cubriendo la fuga y el arresto de Fulano. Aquí vemos dos errores: uno muestra que no hay inmediatez del gerundio compuesto o circunlocución (estaremos presentando) ­­—porque será mañana­— con el verbo de la oración principal (sintonice) y, de nuevo, un gerundio adjetivado (noticia cubriendo). El error se corrige utilizando el verbo en tiempo futuro: en el que presentaremos la noticia de la fuga y el arresto Noten que me atreví a usar un gerundio en la oración principal. ¿Cómo se corrige el error? Utilizando el verbo en tiempo futuro.

El gerundio anterior ha servido de complemento circunstancial modal. Siempre contestará la pregunta ¿cómo? Por tanto, en la oración entró a la casa cantando, el gerundio nos indica cómo entró a la casa quien ejecuta la acción. Otro ejemplo muy utilizado por la RAE es: Salió de la casa dando un portazo. ¿Cómo salió? Dando un portazo. En ambos casos la acción del gerundio es inmediatamente después de la acción del verbo de la oración principal.

Por último, el gerundio puede tener un carácter explicativo: El hombre, dándose cuenta de que no tendría escapatoria, se entregó a la policía. Aquí tanto la oración principal como la explicación tienen el mismo sujeto y ambas acciones son simultáneas.

El libro Curso de Redacción, teoría y práctica de la composición y del estilo de Gonzalo Martín Vivaldi incluye más ejemplos de los usos correctos e incorrectos del gerundio, pero solo he destacado los ejemplos más comunes en esta ocasión.

El gerundio bien usado nos economiza la repetición de palabras o frases como: mientras, a la vez que, simultáneo con, de las que a veces abusamos para evitar el gerundio. Así que seamos atrevidos. ¡Sigamos utilizándolo!

*El autor es traductor certificado por la American Translators Association. Es egresado de la maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón.