Entrevista a María Zamparelli


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Por Dalia Stella González 

Tu  bachillerato es en Literatura Comparada por lo que has estado vinculada desde el inicio a las letras.  ¿Cuándo te sentiste escritora por primera vez?

Ser escritor es un proceso. Siempre pienso que puedo escribir mejor. Con cada nuevo proyecto quieres superar el anterior. Escribir, para mí, es eso; ser mejor escritora la próxima vez. Yo siento que la escritura es lo que deseo y, sobre todo, lo que necesito hacer. Eso lo supe cuando contaba con doce o trece años y comencé a escribir cuentos. Todavía los conservo. Los guardé en un cartapacio. En una de las caras de la carpeta delineé mi mano y, con el egocentrismo propio de la niñez, lo titulé La Gran escritora y poeta María Denise. Dentro de él guardé mis cuentos que siempre iban acompañados de la lámina que  lo había inspirado. A través del tiempo, de mudanzas y limpiezas a “fondo” nunca perdí ese documento en el cual desde entonces me definí. Luego, durante mis años escolares favorecí las clases de inglés y español. Como sobresalía las maestras me daban lecturas adicionales. Así leí El conde Monte Cristo en sexto grado. En escuela superior yo era quien leía las novelas, le contaba a mis amigas de qué se trataban y lo que hacían los personajes porque a ellas no les gustaba leer. Pertenecí a la revista de la escuela superior en la que publiqué poemas. También los conservo. Una vez entré a la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, seguí con esa tendencia a pesar de que me interesaban muchas otras cosas como las ciencias naturales y la arqueología. Si me hubiese entendido entonces como me entiendo ahora hubiese descubierto que mi curiosidad apuntaba definitivamente a la de un escritor. Una vez salí de Estudios Generales seguí en Humanidades y escogí la concentración en Literatura Comparada. Ahora que miro hacia atrás veo, que a pesar de las circunstancias, y los falsos caminos, siempre ese fue el norte de todo lo que hice y leí. En resumen, siempre sentí que era escritora y aún me pregunto cuándo lo seré.

Tu novela la Brevísima y verdadera historia del Almirante y su primer viaje se alzó con el premio de novela del PEN Club de Puerto Rico Internacional 2014. ¿Qué significa este premio para ti? ¿En qué pensaste cuando lo supiste?

Me alegra poder decir ahora cómo me sentí porque cuando lo anunciaron la noche de la premiación me quedé sin palabras. Pensé que tendría algún reconocimiento pero no imaginé que era el premio. Cuando anunciaron el laudo no pude reaccionar. Estaba sorprendida, orgullosa de mi novela, tan feliz que lo único que acerté a hacer fue dar las gracias. Como sabes esa novela fue mi tesis para la Maestría en Creación Literaria la cual defendí en el 2009. La novela se quedó guardada pues seguí pensando, leyendo, ajustándola y reescribiendo. Durante ese tiempo también tomé un taller de cómic ya que me interesa el género; la imagen y la palabra como siempre. Decidí que quería incluir imagen en mi novela de manera que emulara los libros iluminados de la época. Fondo y forma coincidirían. Le presenté el proyecto a varios artistas gráficos hasta que conocí a Marsi Caraballo. De ahí en adelante mi visión sobre la novela tomó el rumbo que yo deseaba.  El Premio de Novela 2014 del P.E.N. Club Internacional de Puerto Rico es un honor y una distinción de incalculable valor para mi.

¿De dónde surgió la idea de escribir esa novela histórica?

La idea para esta novela surgió de la necesidad de embarcarme y perderme en una aventura. Pertenezco al primer grupo que comenzó en la Maestría en Creación Literaria en agosto del 2004. Mi hijo tenía entonces dos años. Vivo en Vega Alta y viajaba dos veces por semana a Santurce para tomar clases y talleres de seis a nueve de la noche. Había mucho que leer y escribir constantemente. Fue un período fuerte y de mucho cansancio. Cuando tuve que presentar la propuesta para la tesis decidí que escribiría una novela sobre una mujer pirata en las Bahamas. El paisaje es hermoso, además, había leído, en uno de mis viajes allí, sobre las mujeres piratas que utilizaban esas islas como base. Me sumergí en la investigación sobre el siglo XV y XVI en nuestras islas y surgió la figura de Cristóbal Colón como un gran signo de interrogación. Una figura compuesta por lo que otros decían, por documentos que eran copias de copias de los suyos, un diario perdido que su hijo Hernando reconstruyó. Y ese fue el detonante; el hombre era novelable. De ese punto en adelante continué mi investigación y mis lecturas sobre la época y trabajé al personaje que yo intuí y descubrí en la entrelínea de la historia.

Como escritora, ¿cuáles son tus demonios a vencer?

Prefiero llamarlas furias en lugar de llamarlos demonios como los llama Vargas Llosa. Las furias, de acuerdo a la mitología romana, son unos genios femeninos que no se someten a Zeus porque existen antes que él. Me parece muy apropiado pues cuando nos sentamos a escribir ese genio está ahí, intentando intimidarnos hasta que le agarramos la cola y comenzamos, como escritores, a someterlos con nuestras palabras, a nuestra voluntad y puntos de vista. Con la escritura expresamos sentimientos o pensamientos y los hacemos visibles y manejables para nuestros lectores.

Algunas de mis furias son la injusticia, el machismo, la invisibilidad, el robo intelectual, los actos de ignorancia y sus repercusiones, la irresponsabilidad que tiene grandes costos para otros.

Cuéntanos algunas de tus manías como escritora en el proceso creativo.

Tengo la gran suerte de tener A room of my own como Virgina Wolf recomendaba. Allí solo entro yo y siempre que entro saludo mi espacio de trabajo. Al irme también me despido. Allí paso muchas horas pensando, leyendo y creando. Cuando entro y saludo pienso que establezco, por lo menos lo intento, una relación cordial con a las furias que me esperan.

Llevo un diario de cada día que escribo. Antes de comenzar leo algunas entradas para recordar que cada día trae sus dificultades y que en el pasado las he superado. A veces leo poemas antes de empezar. El vocabulario, los conceptos y las imágenes me relajan y estimulan.

¿Qué inicia o dispara en ti el proceso creativo?

El gatillo creativo se dispara en cualquier momento y por cualquier razón. Cualquier cosa lo provoca, incluso en los momentos menos esperados.

¿Cuáles han sido los escritores y las lecturas que han influido en tu oficio de escritora?

Como esto todo comenzó desde la niñez, recuerdo con claridad los cuentos que mi papá me leía de Mother Goose y la imagen fabulosa de muchos niños montados sobre un ganso que volaba. Recuerdo en especial el cuento del huevo/hombre que se cae de una verja y nadie lo puede recomponer. Enseñanza para la vida: hay cosas que después que se rompen no se pueden reparar. Luego, la historia de Rip Van Winkle de Washington Irvin me abrió la puerta maravillosa de la posibilidad de una realidad y un tiempo alterno. También de la niñez recuerdo la historia de unos gigantes que tenían poderes especiales; uno podía ver al otro lado del mundo, otro daba la vuelta al mundo en pocos pasos. Una compañera de sexto me prestó un libro de mitología romana del que me enamoré. Fue la primera vez que sentí el deseo de quedarme con un libro que no era mío. Todos los domingos leía las comiquitas de Prince Valiant. En escuela superior, durante el bachillerato y durante todos los años después leí clásicos y literatura contemporánea. Todos, de alguna manera u otra han aportado a mi desarrollo como escritor.

A pesar de admirar a muchos escritores pienso que con el paso del tiempo y la experiencia he desarrollado una voz que no pretendo que se parezca o emule a otros escritores. Pienso mucho en mi lector y deseo y trabajo para que cuando me lea sienta la misma satisfacción, o algo cercano, a lo que yo he experimentado al leer obras literarias que me han maravillado o sobrecogido.

Una de las cosas que más impacta en tu novela histórica es la minuciosa ambientación y caracterización, algo nada fácil por los hechos haber ocurrido hace más de 500 años. ¿Cómo lo lograste? ¿Qué recursos usaste?

Para lograr la ambientación leí mucho y todo lo que conseguí sobre la época. Sabía que la verosimilitud de lo que contaba dependía, además de personajes bien construidos, en el lugar y momento histórico. Era imperativo anclarlos con veracidad en su tiempo y entorno. Buscaba constantemente cómo decir las cosas, describirlas. Leí literatura de la época para escuchar el ritmo y las palabras utilizadas. Pero, no quise emularlo porque, como me señaló mi director de tesis, el Dr. Luis López Nieves, sonaría artificial. Utilicé algunas palabras y las fórmulas apropiadas del vocativo para la época. Investigué cómo la gente marcaba el tiempo, qué comían, cómo se vestían de acuerdo a su rango y sexo, cuáles las costumbres, el paisaje según la época del año. Viajé por la red para ver los lugares históricos.

¿Cómo fue el proceso de escribir y compilar los cuentos para tu más reciente libro,  “Aviario: Crónicas y Maravillas”?

El proceso fue uno muy distinto al de la novela. Primero, porque el enfoque en los cuentos es de corte fantástico, algo que apenas utilicé en la novela. En la novela hay un solo capítulo en donde insinúo la posibilidad de esa realidad alterna.

Para la producción de mi libro Aviario: Crónicas y Maravillas  tuve el privilegio de contar con el apoyo y dirección de la Dra. Ángela López Borrero quien editó y organizó los cuentos. Durante el proceso experimenté lo que imagino sucedía cuando la figura del editor era crucial en el desarrollo de los escritores. Pienso en específico en William Faulkner. Fue una experiencia única y me siento en extremo afortunada. Ángela es una profesora y escritora que te reta, que te saca de tu zona de comodidad en la escritura. Ese ejercicio es imprescindible si uno pretende crecer como escritor. Con el libro de cuentos presento, además, mis furias de una manera directa. Es quien soy.

Ambas publicaciones son gestadas por ti en el rol de autora/editora. ¿Cuál ha sido tu experiencia como editora independiente?

Ambos libros han salido bajo el sello de la editorial Snow Fountain Press con sede en Miami y están incluidos en su catálogo. Como vivo en Puerto Rico y mi lector es distinto he tenido la libertad de dirigir todos los detalles de la producción de los libros y contratar los artistas gráficos. Debo añadir que busco mujeres que sean artistas gráficos. Aviario: Crónicas y Maravillas fue diseñado y diagramado por Marina Rivón.

Preparar un manuscrito para publicación es un trabajo arduo y el proceso me ha enseñado aspectos importantes sobre la impresión, distribución y mercadeo (palabra que no me gusta cuando hablamos de literatura o arte) de los libros. He tomado la decisión, también, de favorecer los negocios de imprenta de Puerto Rico de manera que mi trabajo beneficie a aquellos que, como yo, trabajan y viven aquí. La lección más importante que he aprendido en el proceso de publicación es la de saber afinar mi propósito al escribir y tener claro para quién escribo y publico y porqué lo hago.

Sabemos que impartes talleres para ayudar a los escritores que quieren escribir novelas. ¿Cuál diría que es la lección más importante que impartes y la que rige tu propio proceso de escribir ficción?

Sí, hace ya cuatro años que diseñé dos talleres para escribir novela bajo el nombre de La ceiba de papel, mi página web. Como sabes, la Maestría se enfoca principalmente en el cuento. Mientras trabajaba en mi novela leí más de cincuenta libros sobre narrativa, en específico sobre la construcción de la novela. Fui tomando nota y un día, conversando con Ángela ella me sugirió que trabajara unos talleres. Y de ahí nació el primer taller titulado “Taller práctico de novela corta”. Sobre la marcha fui analizando las necesidades de los participantes y creé un segundo taller titulado “Taller práctico de escena para novela”. El resultado ha sido magnífico sobre todo porque los participantes salen del taller con un tipo de mapa, por llamarlo de alguna manera, de cómo trabajar el género. En mis talleres enseño lo que he comprobado que funciona en mi proceso creativo: estructura, organización y claro propósito. Es un ejercicio que repito con cada nueva idea y con cada novela. Tengo dos novelas en proceso en este momento y no pudiera manejarlas de otra manera.

Finalmente, ¿cuál ha sido la anécdota más divertida que has tenido como escritora?

Tengo una anécdota al estilo del Twilight Zone. Tiene que ver con un personaje de mi novela Brevísima y verdadera historia del Almirante y su primer viaje. Quizás es un poco en la línea de los cuentos de Edgar Allan Poe pero tengo evidencia porque escribí lo que sucedió para que al pasar del tiempo no pensar que lo había imaginado o soñado.

Una noche trabajaba con el personaje de Fátima, la hija de Cristóbal Colón. Intentaba escribir un capítulo donde ella aparece. Se me estaba haciendo imposible escucharla así que decidí tener un diálogo escrito con ella. En eso andaba cuando sonó el celular. Me llamaban de la entrada de la urbanización. A esas horas, nueve de la noche, día de semana, no esperaba a nadie. Contesté. El guardia de turno me dice:

—Buenas noches, la señora Fátima en la entrada.

—(Entiéndase que yo no respiraba y que tenía la boca abierta. Muda.)

—Buenas noches, ¿buenas noches…??? —insistió él.

—¿Sí? —salí de mi espanto.

—Fátima en la entrada.

Solo pude contestar.

—Déjela pasar.

Apagué la computadora y todas las luces. Entrecerré una ventana para ver, sin ser vista, si algún carro pasaba frente a mi casa. Nadie pasó.

Aun así, Fátima se ha convertido en un personaje que para mi deleite, ha sembrado la duda y el asombro de su existencia en mis lectores. Lo considero un gran logro. ¿Qué es una buena novela sino sus personajes?